El veterinario se niega a ayudar al perro de un hombre sin hogar, él se pone pálido después de que esto sucede

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Alguien llamó su nombre

Al salir Dr. Anderson al fresco aire de la tarde, el alivio de otro largo día en la clínica veterinaria se interrumpió abruptamente. Apenas a unos pasos de su auto, una voz urgente y familiar cortó el silencio detrás de él, llamando su nombre. La llamada inesperada lo detuvo en seco, llenándolo de preocupación, presagio de un encuentro inesperado que no había anticipado.

Al darse la vuelta, lo reconoció de inmediato; allí estaba Sam, con Rusty a su lado, ambos luciendo más sanos y vitales de lo que Dr. Anderson podría haber imaginado alguna vez. Este reencuentro, tan inesperado como fue, despertó una mezcla de sorpresa y curiosidad en él. Se preguntaba qué viaje los había llevado de vuelta a su puerta y cómo pudieron haber cambiado tanto para mejor.