Guardando Todas las Cosas de Su Hermana

Alana se había convertido en algo así como una guardiana de recuerdos, almacenando meticulosamente cada artículo que alguna vez perteneció a su hermana. Cada pieza guardaba una historia, un fragmento de una vida que no podía dejar ir, como sostener una pieza tangible de su hermana, un recordatorio, un consuelo y, a veces, una fuente de dolor.

Alana se aferraba a cada pequeño objeto que había pertenecido a su hermana con un agarre inquebrantable, cada uno de estos siendo un hilo frágil hacia el recuerdo de la persona que más había amado. No importaba cuán insignificante pudiera parecer para otros; para ella, estos objetos eran reliquias sagradas, cargadas de amor y pérdida, imposibles de abandonar. Cada vez que pensaba en deshacerse de ellos, se encontraba abrazándolos aún más fuerte, en un voto silencioso de nunca olvidar.