Serpientes en el espacio
El viaje del Dr. Story Musgrave al espacio fue excepcional. Es un astronauta distinguido con seis títulos académicos, marcándolo como uno de los individuos más educados en el cosmos. Curiosamente, el número seis tiene un significado especial para Musgrave, ya que realizó seis vuelos espaciales.
Más allá de sus logros, las experiencias de Musgrave en el espacio son sumamente intrigantes. Ha compartido relatos misteriosos sobre lo que observó, dejando a muchos reflexionando sobre las infinitas maravillas del universo y lo que aún está por descubrir.
Deslizándose entre las estrellas
En 1994, una entrevista fascinante con Musgrave apareció en YouTube. Aquí, narra apasionadamente: “Durante dos de mis misiones, presencié algo desconcertante. Observé una entidad serpenteante de unos seis a ocho pies, que parecía seguir la nave.”
“Cada viaje al espacio me ha mostrado incontables prodigios. Estos encuentros refuerzan la creencia de que quizás existan otras formas de vida en este vasto universo”. Tales revelaciones abren puertas a interpretaciones sin límites y a ricas especulaciones.
La estación espacial gris que se tornó naranja
Samantha Cristoforetti, ex piloto de la Fuerza Aérea Italiana, ha dejado huella en la historia espacial. No solo fue la primera italiana en viajar al espacio, sino que introdujo la experiencia de hacer espresso en gravedad cero.
En noviembre de 2014, Cristoforetti se embarcó en una misión a bordo del Soyuz TMA-15M junto con su equipo. Sin embargo, al aproximarse a la Estación Espacial Internacional (ISS), informó haber visto algo profundamente peculiar, añadiendo un toque misterioso a su viaje.
Culpa al Sol
La Estación Espacial Internacional, en fotografías, muestra un tono gris plateado. Pero Cristoforetti describió algo diferente. Recordó: “Vi la estación bañada en un resplandor naranja profundo, casi alienígena.”
“Los enormes paneles solares brillaban, envueltos en este surrealista resplandor anaranjado”. Posteriormente se descifró este extraño acontecimiento. Bajo ciertas condiciones, cuando la luz solar interactúa con los paneles solares de la estación en un ángulo específico, toda la estructura se sumerge en una luminosidad naranja fuera de este mundo.
El espacio te hace más alto
Una de las descubrimientos sobre la Estación Espacial Internacional se refiere a los astronautas. Estar en la estación parece otorgar a las personas mayor estatura.
Las investigaciones exhaustivas de la NASA indican que después de una estancia de seis meses en la ISS, un astronauta puede experimentar un aumento promedio de altura de alrededor del tres por ciento. Sin embargo, esta nueva estatura es efímera y disminuye una vez regresan a la gravedad terrestre.
Crecimiento récord
Un astronauta, Norishige Kanai de Japón, causó revuelo con una declaración sorprendente. En 2018, afirmó que tres semanas en la ISS le habían hecho crecer tres pulgadas y media.
Sin embargo, poco después, Kanai moderó su afirmación. Aludiendo a un error en la medición, ajustó su crecimiento a menos de una pulgada, una cifra más plausible pero aún impresionante.
Luz verde fantasmal
Recordando el año pionero de 1963, Leroy Gordon Cooper Jr. dejó su marca en la exploración espacial. Como miembro destacado del Proyecto Mercury, Cooper se aventuró a una altitud impresionante de 165.9 millas en la nave Faith 7.
No solo contento con eso, Cooper dejó su huella en la historia al completar con éxito un total de 22 órbitas alrededor de la Tierra, todo en un lapso de 34 horas. Esta hazaña, considerando las limitaciones tecnológicas de la época, fue extraordinaria, consolidando su posición como un pionero en la comunidad espacial.
Sigue siendo un misterio
Sin embargo, a su regreso, la atención se centró en un misterioso evento en el espacio. Cooper afirmó haber percibido una entidad circular, emitiendo una luz verde, acercándose a su nave.
Afortunadamente, no ocurrió ninguna colisión. La verdadera naturaleza de esta aparición etérea sigue siendo un enigma, dejando muchos interrogantes sin responder.
Toc, toc — ¿quién es?
En 2003, Yang Liwei hizo historia al ser el primer astronauta chino en el espacio. Anteriormente piloto de combate, fue seleccionado para entrenamiento de astronauta en 1998 y cinco años después, lanzó en la nave Shenzhou 5.
Impulsado por el cohete Long March 2F, Yang orbitó con éxito la Tierra 14 veces, marcando un logro significativo para el programa espacial chino.
Desafía la explicación científica
Durante su expedición, Yang vivió lo inexplicable. Según la BBC en 2016, relató: “Oí un sonido de golpes, parecido a un martillo de madera golpeando un recipiente de hierro. El origen del sonido era un misterio.”
“Escuché un sonido de golpeteo, semejante a un mazo de madera golpeando un recipiente de hierro”. Intrigado, Yang inspeccionó el espacio exterior a través de su ventana, pero no encontró nada. Esta enigma auditivo se profundiza aún más al considerar el silencio inherente del espacio, lo que genera más interrogantes sobre el origen del ruido.
¿Bacterias alienígenas?
En 2017, la comunidad espacial debatía revelaciones del cosmonauta ruso Anton Shkaplerov. Al regresar de la Estación Espacial Internacional, Shkaplerov compartió un descubrimiento sorprendente que hizo en la estación.
Sus revelaciones, cargadas de implicaciones, enviaron ondas a través de las comunidades científicas y aficionados al espacio por igual. De manera interesante, en medio de toda la especulación, la NASA mantuvo una postura más reservada, dejando a muchos preguntándose sobre la veracidad de sus afirmaciones.
Origen extraterrestre
Al comunicar sus hallazgos a la agencia TASS, Shkaplerov reveló que se detectaron bacterias en el exterior de la estación, ajenas al lanzamiento original.
“Estas muestras de la superficie externa de la ISS revelaron bacterias que no estaban presentes en el lanzamiento de la estación. Esto sugiere que podrían tener orígenes extraterrestres”. Aunque la revelación sonó ominosa, Shkaplerov aseguró que estas entidades bacterianas eran inofensivas.
Todo está en los genes
Los gemelos Kelly, Mark y Scott, han llevado vidas paralelas de logros. Ambos sirvieron en la Marina de EE.UU. y estuvieron en la Estación Espacial Internacional.
El experimento de la NASA, que involucraba la observación del ADN de los gemelos mientras Scott estaba en el espacio y Mark permanecía en la Tierra, arrojó resultados asombrosos que desafiaron todas las expectativas.
Ya no son idénticos
Tras 340 días en la ISS, Scott regresó a la Tierra en 2016. Sin embargo, el análisis de ADN reveló que su genética había cambiado en un siete por ciento.
“¡Mi ADN sufrió un cambio del siete por ciento! Esto significa que Mark y yo ya no somos gemelos idénticos”. Las investigaciones de la NASA sobre el impacto del espacio en el ADN humano continúan, revelando cada vez más las profundidades de nuestra biología.
Nubes de humo
En 2004, Pravda.ru destacó las revelaciones del cosmonauta Vladimir Kovalyonok. Tras 217 días en el espacio, Kovalyonok compartió un misterioso encuentro.
Recordó: “Mientras estaba a bordo de la estación espacial Salyut, vislumbré un objeto inusual a través de una escotilla. Su tamaño era comparable al de un dedo humano, y su movimiento orbital era evidente”.
UFO en forma de mancuerna
Profundizando en su relato, Kovalyonok mencionó: “Antes de que pudiéramos capturarlo fotográficamente, el objeto experimentó una explosión repentina, disipándose en fragmentos interconectados que se asemejaban a una estructura de mancuerna.”
Convencido de la autenticidad de su experiencia, afirmó: “Bien podría haber sido un OVNI. No fue una ilusión; ambos lo presenciamos al mismo tiempo”.
Misterios del fuego espacial
El espacio desafía nuestro entendimiento de fenómenos familiares, siendo el fuego un ejemplo principal. Los incendios en la Tierra involucran gases calientes que ascienden, atrayendo oxígeno y expulsando los subproductos de la combustión.
Pero a bordo de la Estación Espacial Internacional, las dinámicas cambian drásticamente. Durante más de una década, el Experimento de Extinción de Llamas (FLEX) de la NASA en la ISS ha estado investigando el comportamiento de las llamas en el espacio.
Comportamiento extraño
Daniel Dietrich, principal investigador de FLEX, ilustra el paradoxo del fuego en gravedad cero. Enfatiza: “Contrario a las llamas convencionales que se elevan, las del espacio se expanden esféricamente, carentes de la atracción gravitacional.”
Además, los colores que emiten son sorprendentemente diferentes. Las llamas del espacio, azules y casi invisibles, arden a temperaturas más bajas, lo que las hace difíciles de detectar.
¿Era un UFO?
En la década de los 70, el mundo presenció el amanecer de una nueva era en la exploración espacial con el inicio del programa Skylab, un audaz esfuerzo de Estados Unidos para establecer su primera estación espacial de larga duración en el vasto cosmos. Dentro de esta revolucionaria estación, los astronautas presenciaron un espectáculo impresionante, incomparable a cualquier experiencia terrestre.
Cada 90 minutos, mientras Skylab orbitaba con gracia nuestro planeta, sus habitantes eran testigos de la belleza etérea de los atardeceres y amaneceres. Alan Bean, un astronauta que tuvo la fortuna de formar parte de la misión Skylab 3, a menudo hablaba con ferviente pasión sobre estos momentos celestiales.
Completamente incierto
Reflexionando sobre la belleza visual, Bean declaró: “Presenciar atardeceres y amaneceres en el espacio es trascendental. En cuestión de segundos, los tonos dorados del sol se transforman en púrpuras profundos, azules y finalmente, en el negro del espacio profundo.”
“Estas rápidas transiciones son un recordatorio astral de la fluidez y dinamismo de nuestro universo”. Los relatos de los astronautas de Skylab nos ofrecen una visión de la impresionante belleza que envuelve el espacio, alentando a futuros viajeros a perseguir estas maravillas cósmicas.
Extraños rayos
El histórico viaje del Apollo 11 a la Luna en 1969 resultó en múltiples descubrimientos, uno particularmente desconcertante para los astronautas Neil Armstrong y Buzz Aldrin. Al ser los primeros humanos en pisar la superficie lunar, observaron misteriosos destellos de luz. Curiosamente, estos destellos persistieron incluso con los ojos cerrados, provocando gran curiosidad.
Este fenómeno no fue exclusivo de su expedición; había sido reportado por otros astronautas en distintas misiones. A medida que estos inusuales avistamientos se reportaban con más frecuencia, empezaron a generar un considerable interés tanto dentro como fuera de la comunidad espacial, dejando a todos en profundo asombro.
Fenómeno cósmico
Los curiosos destellos no fueron exclusivos de la tripulación del Apollo 11. También fueron observados por los miembros de las misiones Apollo 12 y Apollo 13. La NASA, decidida a desentrañar este enigma, inició una serie de experimentos en misiones posteriores. Los hallazgos resultaron ser tanto inesperados como inspiradores.
Resultó que los astronautas estaban presenciando rayos cósmicos atravesando directamente sus ojos. En la Tierra, nuestra atmósfera protectora nos resguarda de estas partículas subatómicas de alta energía, motivo por el cual este fenómeno había permanecido desconocido para la humanidad hasta ese momento.
¿Qué vio este astronauta?
Christopher Cassidy no es simplemente un astronauta; también es un condecorado SEAL de la Armada de EE. UU., lo que lo convierte en una combinación única de intelecto y resiliencia. Su primera incursión al espacio fue a bordo del transbordador espacial de la NASA en 2009, donde se encontró con la Estación Espacial Internacional.
Durante esta misión, Cassidy logró el distintivo de ser el 500º humano en viajar al espacio y participó en tres caminatas espaciales. Sin embargo, su segunda expedición al vasto cosmos en 2013 atrajo una considerable atención mediática por una razón bastante inusual.
Revelación rusa
A bordo de la Estación Espacial Internacional, Cassidy divisó un objeto flotante no identificado a través de una de las escotillas de la estación. Intrigado, informó de inmediato su observación a Control de Misión. La verdadera naturaleza del objeto desconocido permaneció enigmática por un corto período, alimentando especulaciones.
Sin embargo, para agosto de 2013, la NASA aclaró que los controladores de vuelo rusos identificaron el misterioso objeto como una cubierta de antena del módulo de servicio Zvezda. A pesar de esta aclaración, surgieron teorías conspirativas, sugiriendo que lo que Cassidy vio podría haber sido algo de otro mundo.
Los astronautas reciben un estiramiento facial gratis
El arduo viaje para convertirse en astronauta se impulsa por la curiosidad científica y no por beneficios estéticos. Sin embargo, un efecto inesperado y fascinante del viaje espacial prolongado es que puede ofrecer un “estiramiento facial natural”.
Marsha Ivins, quien viajó al espacio a bordo del Transbordador Espacial Columbia en 1990, discutió este sorprendente efecto secundario. Su misión duró 11 días y, durante su tiempo fuera de la atmósfera terrestre, observó algunos fascinantes cambios en su fisiología.
Demasiado líquido
En una conversación sincera con Wired en 2014, Ivins arrojó luz sobre los peculiares cambios físicos que experimentan los astronautas en el espacio. “Sin gravedad, los líquidos corporales se desplazan hacia la cabeza, rejuveneciendo el rostro y haciéndolo parecer elevado”, comentó.
Pero este “estiramiento facial espacial” trajo consigo un conjunto de desafíos. Ivins continuó, “Este desplazamiento hacia arriba de los fluidos puede llevar a intensos dolores de cabeza”. Sin embargo, estos síntomas no son permanentes. Una visita al baño podría aliviar tanto la hinchazón facial como el dolor de cabeza, demostrando que los efectos son solo temporales.
Una fila de luces misteriosas
Leroy Chiao, un astronauta sino-americano, tiene un impresionante historial con cuatro misiones espaciales. Sus primeras tres misiones fueron a bordo del Transbordador Espacial estadounidense. Sin embargo, para su cuarta misión, viajó en la nave rusa Soyuz TMA-5, asumiendo el mando de la Expedición 10 en la Estación Espacial Internacional.
Esta misión en 2004-2005, que lo tuvo en el espacio durante más de medio año, fue llena de eventos. Chiao fue testigo de algo durante su estancia en la ISS que quedaría grabado en su memoria para siempre.
No se descarta
Relatando su experiencia al HuffPost en 2014, Chiao describió una vista inusual. “Vi luces que parecían estar alineadas, formando un patrón de marca de verificación invertida. Fue un avistamiento breve, pero llamó mi atención”, compartió. Respecto al origen o naturaleza de estas luces, Chiao se mostró abierto pero escéptico.
“Aunque tengo reservas sobre las afirmaciones de visitas alienígenas, no descartaría por completo la posibilidad. El universo es inmenso, y la existencia de otras formas de vida es plausible”, reflexionó, dejando abierta la puerta al misterio.
Música espacial
En los anales de la exploración espacial, mayo de 1969 destaca como el mes en que Apollo 10 emprendió una misión crucial que allanaría el camino para el histórico alunizaje del Apollo 11. Pilotada por un trío de excepcionales astronautas – John Young, Eugene Cernan y Thomas Stafford – esta audaz misión no tenía como objetivo aterrizar en la Luna, sino orbitarla meticulosamente, probando los sistemas y capacidades del Módulo Lunar en anticipación al próximo alunizaje.
Aunque los objetivos primarios de la misión eran técnicos, la experiencia de la órbita lunar de la tripulación tomó un giro sorprendente. Estas inesperadas observaciones añadieron una capa adicional de intriga a un viaje ya de por sí memorable, capturando la atención y la imaginación de muchos.
Secreto de medio siglo
Cuando el Apollo 10 entró en el lado oscuro de la Luna, donde el contacto por radio con el Control de Misión se perdió momentáneamente, la tripulación se encontró con una sorpresa escalofriante. Oyeron en sus auriculares sonidos extraños, parecidos a una música celestial inquietante y melancólica que parecía provenir de lo desconocido.
Este inquietante suceso permaneció sin divulgarse por la NASA durante casi 47 años, sólo para ser revelado en 2016. Tras la investigación, se dedujo que eran simplemente interferencias de radio. Sin embargo, la experiencia inicial dejó una huella imborrable en la memoria de los astronautas.
Piernas desaparecidas
La evolución de los seres humanos ha sido diseñada a la medida de las condiciones específicas de la Tierra, abarcando cientos de miles de años. Nuestros cuerpos están perfectamente adaptados al entorno terrestre, y aventurarse en el espacio trae consigo múltiples desafíos fisiológicos y adaptativos que debemos enfrentar.
Si bien nuestra inteligencia nos ha permitido explorar más allá de nuestro planeta, nuestros cuerpos a veces reaccionan de manera impredecible a las condiciones del espacio exterior. Un fenómeno particularmente peculiar observado en el espacio es el curioso caso de las piernas de astronauta que se encogen.
Ejercicio necesario
La página oficial de la NASA ofrece visiones detalladas sobre este fenómeno peculiar. “En la Tierra, nuestras extremidades inferiores soportan nuestro peso, garantizando la salud de nuestros huesos y músculos. Sin embargo, en la ingravidez del espacio, los astronautas experimentan un uso mínimo de sus piernas”, explica detalladamente el sitio.
Esta reducción de uso resulta en músculos debilitados y disminución de la densidad ósea. Esta revelación subraya las frecuentes imágenes de astronautas ejercitándose vigorosamente a bordo de estaciones espaciales. Para contrarrestar los efectos negativos de la ingravidez prolongada, deben participar en rutinas de ejercicios regulares.
Luciérnagas espaciales
John Glenn, al ser el primer estadounidense en orbitar la Tierra, ha inscrito su nombre en la historia espacial con letras doradas. Su travesía monumental a bordo del Friendship 7 en febrero de 1962 despegó desde la Estación de la Fuerza Aérea de Cabo Cañaveral en Florida, marcando un hito en la exploración espacial.
Exitosamente, Glenn orbitó la Tierra tres veces en un lapso de casi cinco horas. Su expedición no solo fue un logro extraordinario; también estuvo rodeada de un enigma que mantuvo a todos en vilo.
Preocupando a la NASA
Durante su viaje orbital, Glenn observó algo peculiar fuera de la ventana de su nave espacial. Partículas luminosas y misteriosas rodearon su nave, como un enjambre de estrellas diminutas. Glenn denominó cariñosamente a estas entidades resplandecientes como “luciérnagas”. Al principio, hubo una considerable preocupación en el Control de Misión acerca de estas “luciérnagas”.
El temor iba desde posibles fallos en la nave espacial hasta alucinaciones experimentadas por Glenn. Las investigaciones posteriores durante los siguientes vuelos espaciales aclararon que se trataba de inocuas gotas de condensación que emanaban de las naves.
Insomnio en el espacio
El viaje espacial trae consigo una plétora de experiencias únicas y, a menudo, desconcertantes, y entre las más intrigantes se encuentra la alterada percepción del tiempo de los astronautas. En nuestro hogar, la Tierra, nos hemos acostumbrado al ritmo regular del amanecer seguido del atardecer, un ciclo que, aunque sujeto a ligeras variaciones según la ubicación geográfica, proporciona un ritmo constante y reconfortante por el cual medimos nuestros días y noches.
Nuestros ritmos circadianos internos han evolucionado para armonizar con estos ciclos terrestres, ayudando a regular patrones de sueño, hábitos alimenticios y otros procesos fisiológicos. Sin embargo, una vez en el vasto espacio, esta rítmica familiaridad se ve dramáticamente interrumpida, lo que lleva a los astronautas a lidiar con desafíos relacionados con la percepción del tiempo.
Rutina forzada
Orbitar la Tierra en el espacio presenta una realidad temporal inusual: presenciar el amanecer y el atardecer aproximadamente cada 90 minutos. Este cambio constante en las condiciones de luz puede alterar los ritmos circadianos internos de los astronautas, llevando a alteraciones del sueño. La NASA ha sido proactiva en comprender y gestionar este desafío, buscando soluciones innovadoras.
Ajustando la configuración de luz en la Estación Espacial Internacional y estructurando rigurosos horarios de sueño, la agencia espacial busca simular un ciclo día-noche similar al de la Tierra, garantizando el bienestar y rendimiento óptimo de los astronautas.
¿Una lata de cerveza en el espacio?
James McDivitt es un nombre que resalta en la historia de la exploración espacial. Su viaje al espacio como comandante de la misión Gemini 4, acompañado por el copiloto Ed White en junio de 1965, es recordado por múltiples razones. A lo largo de esta misión, los dos astronautas orbitaron la Tierra un impresionante total de 66 veces, dejando una marca indeleble en un vuelo que duró cuatro días.
La permanencia de McDivitt en el espacio no se limitó a la misión Gemini 4; voló al espacio una vez más como parte de Apollo 9. Pero entre estos significativos logros, hubo un incidente peculiar en el vuelo Gemini 4 que se convirtió en objeto de intriga.
Insomnio en el espacio
El viaje espacial trae consigo una plétora de experiencias únicas y, a menudo, desconcertantes, y entre las más intrigantes se encuentra la alterada percepción del tiempo de los astronautas. En nuestro hogar, la Tierra, nos hemos acostumbrado al ritmo regular del amanecer seguido del atardecer, un ciclo que, aunque sujeto a ligeras variaciones según la ubicación geográfica, proporciona un ritmo constante y reconfortante por el cual medimos nuestros días y noches.
Nuestros ritmos circadianos internos han evolucionado para armonizar con estos ciclos terrestres, ayudando a regular patrones de sueño, hábitos alimenticios y otros procesos fisiológicos. Sin embargo, una vez en el vasto espacio, esta rítmica familiaridad se ve dramáticamente interrumpida, lo que lleva a los astronautas a lidiar con desafíos relacionados con la percepción del tiempo.
Rutina forzada
Orbitar la Tierra en el espacio presenta una realidad temporal inusual: presenciar el amanecer y el atardecer aproximadamente cada 90 minutos. Este cambio constante en las condiciones de luz puede alterar los ritmos circadianos internos de los astronautas, llevando a alteraciones del sueño. La NASA ha sido proactiva en comprender y gestionar este desafío, buscando soluciones innovadoras.
Ajustando la configuración de luz en la Estación Espacial Internacional y estructurando rigurosos horarios de sueño, la agencia espacial busca simular un ciclo día-noche similar al de la Tierra, garantizando el bienestar y rendimiento óptimo de los astronautas.
¿Una lata de cerveza en el espacio?
James McDivitt es un nombre que resalta en la historia de la exploración espacial. Su viaje al espacio como comandante de la misión Gemini 4, acompañado por el copiloto Ed White en junio de 1965, es recordado por múltiples razones. A lo largo de esta misión, los dos astronautas orbitaron la Tierra un impresionante total de 66 veces, dejando una marca indeleble en un vuelo que duró cuatro días.
La permanencia de McDivitt en el espacio no se limitó a la misión Gemini 4; voló al espacio una vez más como parte de Apollo 9. Pero entre estos significativos logros, hubo un incidente peculiar en el vuelo Gemini 4 que se convirtió en objeto de intriga.
Llegando a conclusiones
Años después de la misión Gemini 4, en 1999, McDivitt relató un episodio misterioso que experimentó durante el vuelo. Hablando sinceramente al Proyecto de Historia Oral del Centro Espacial Johnson de la NASA, pintó una imagen vívida del evento. McDivitt expresó: “Estaba sumergido en tareas dentro de la nave espacial mientras Ed dormía profundamente.
Durante un breve momento de pausa, lancé una mirada casual al exterior y me encontré con una vista inesperada.” Describiendo el objeto, lo comparó con “una lata de cerveza o refresco, acompañada de una estructura delgada que se asemejaba a un lápiz.” Armado con fotos que había capturado en ese momento, McDivitt intentó posteriormente identificar la anomalía.
El astronauta torpe
El cosmos alberga innumerables maravillas y desafíos para los astronautas, y la exploración espacial a menudo trae a la luz varios fenómenos intrigantes. Si bien muchos de estos fenómenos ocurren en el espacio, algunas repercusiones solo se sienten al regresar a la Tierra. Una de esas repercusiones que enfrentan los astronautas después de su estancia en el espacio se refiere a su coordinación física y adaptación terrestre.
Acostumbrados a la ingravidez del espacio, a veces les resulta difícil adaptarse a la gravedad de la Tierra. Esta transición puede ser bastante abrupta, ya que los astronautas deben reorientarse a un entorno donde los objetos no flotan con la libertad que lo hacen en el espacio.
Recuperando tus piernas terrestres
Las ramificaciones físicas del viaje espacial, especialmente las enfrentadas al regresar, han suscitado el interés de muchos. Proporcionando perspectiva sobre este asunto, la astronauta Marsha Ivins, en una conversación en 2014 con Wired, profundizó en los intricados desafíos post-vuelo espacial. Ivins aclaró: “Cuando regresas a la Tierra, tu sentido del equilibrio se desequilibra, obligándote a reacostumbrarte a navegar en un campo gravitacional”. Compartiendo sus experiencias personales, confesó: “Simplemente girar mi cabeza podría hacer que perdiera el equilibrio y cayera.”
Este problema de equilibrio surge porque “los músculos, que permanecieron inactivos en el espacio, tienen que entrar en acción de repente”. Reaclimatarse a las condiciones de la Tierra no es instantáneo; como explicó Ivins, “Puede llevar días, si no semanas, antes de que uno realmente recupere sus ‘piernas terrestres’ y se readapte por completo.”