Era de madrugada cuando Peter de repente tuvo que frenar el auto con fuerza. Se sobresaltó cuando un perro perdido corrió a toda velocidad hacia el auto frente a él. Poco tiempo después, la policía apareció y caminó hacia el mismo automóvil con sus armas apuntando. “¡MANOS FUERA DEL VEHÍCULO!”, gritaron.

Pedro no sabía lo que estaba pasando. La policía estaba por todas partes y Peter lo presenció cuando varios oficiales estaban sacando sus armas y gritando al conductor que saliera del auto. Algo grande estaba pasando allí. “Tienes derecho a permanecer en silencio”, le dijeron al conductor. Ya se podía ver en la cara del hombre que era un criminal. Momentos después, todo tendría sentido…