Una comida deliciosa
Bea era una mujer de 88 años que comía en el mismo restaurante cerca de su casa todas las semanas. Siempre estaba sola y a menudo elegía el plato del día. Para ella, ese lugar era razón suficiente para dejar su casa.
Bea sabía que una vez que llegara al restaurante, se sentaría a su mesa y disfrutaría de su deliciosa comida. El personal y otros clientes del restaurante venían a ella y hablaban con ella durante la cena. Nunca estaría sola cuando fuera allí.