La serie revelación del año ha basado su éxito en tres desconocidas actrices descubiertas por Los Javis y premiadas por su retrato de la transexual más famosa de España, La Veneno

La leyenda de Cristina empezó a cuajar justo cuando andaba revolcada por los infiernos, desangrada en un sofá en su casa de la calle Tablada, distrito de Tetuán, de un golpe en la cabeza por sabe Dios qué azares, qué líos, qué novios, qué somníferos.

Inmortal

Durante los cinco días que duró su agonía embalsamada de morfinas en el Hospital de La Paz, los fans que ya la tenían olvidada la invocaron con estampitas, muchas velas y algunos rezos.

No pudo ser. Y como ocurre siempre, tuvo que venirle la muerte para convertirla en inmortal, como suele ocurrir con tantas y tantas personas que pasan por este mundo que habitamos.

Los Javis

Aquí entran en el juego Los Javis, esos personajes de los que tanto hemos oído hablar, o al menos escuchado alguna mención seguramente. Ellos son los responsables que retomemos este tema.

Los Javis, que así a simple vista parecen dos rapaciños con la barba a medio hacer, y sin embargo andan siempre metidos en genialidades (véanse Paquita Salas, Netflix S.A.), decidieron desempolvar el mito y condensarlo en una serie de ocho capítulos que es pura fantasía.

El casting

Para ponerle huesos y carne a esa vida tremenda de vedette chabacana, analfabeta, maravillosa, superlativa, el casting dio la vuelta a todas las Españas para encontrar a las actrices que encarnarían a La Veneno, si acaso la transexual más famosa del país.

Isabel Torres, Daniela Santiago y Jedet fueron las elegidas para protagonizar esta producción de ATRESplayer Premium. Y de pronto cae un Ondas a la Mejor Intrepretación Femenina para las tres actrices, un premio que ya es historia de la televisión y del reconocimiento LGTB.

Justicia

Un Ondas que por justicia, por galones, por morriña, también es de Cristina La Veneno. Ni aunque sea un pequeño mordisco al trofeo. Sin embargo, ya han salido algunos arcabuceros a disparar en Twitter y por ahí.

Supuestas feministas que critican que tres actrices transexuales se hayan llevado la gloria por una vez. «Eliminan a las mujeres de sus premios», escupen. Y Daniela responde:«Quienes dicen eso no son feministas. Son tránsfobas.

Ellas no son reales

Las feministas de verdad se alegran de los éxitos de otras mujeres. A mí me ha costado mucho conseguirlo, lo he peleado a muerte, pero soy mujer. Y este premio es mío y de mis compañeras le duela a quien le duela».

En la serie, Isabel, Daniela y Jedet tuvieron que meterse hasta el tuétano de Cristina en las distintas etapas de su vida: los orígenes en Adra, Almería, cuando todo era odio, todo era bilis, todo eran palizas, la huida hacia adelante a los madriles, donde se hizo mujer y también puta, la fama incalculable a lomos de Pepe Navarro, allá en el Mississippi. Y después la cárcel, los novios camorristas, la indigencia, el ostracismo.

La Veneno

«La Veneno levantó la alfombra, aireó un inframundo que nadie quería ver, y puso en el mapa la realidad de muchas mujeres transexuales que no tuvieron más remedio que hacer la calle», explica Isabel Torres.

Torres era la encargada de colarse en las costuras de la Cristina adulta y decadente, la de los polígrafos en el Deluxe y los 118 kilos de peso, siempre errante, lianta y farfullera, como si ya anduviera insinuando su muerte prematura. «Una tía sin formación, que ni siquiera fue consciente de su legado, colocó a España delante de un espejo muy incómodo».

Isabel Torres

Torres es actriz y tantas cosas que ya no le caben en el currículum: presentadora de radio y TV, tertuliana, la primera candidata transexual a Reina del Carnaval de Las Palmas, portada de Interviú, activista.

Y ahora también venenosa (entiéndase la metáfora). Responde por teléfono desde su isla, donde anda echándole bocados al cáncer de pulmón con metástasis que le detectaron el pasado febrero, en pleno rodaje. «Ahora mismo estoy en medio de una sesión de quimio, pero pregunta, pregunta».

La entrevista

-Tras el diagnóstico pudiste tomarte un descanso, pero preferiste terminar la serie. ¿Qué te pasó entonces por la cabeza?  -En un primer momento estaba en shock, cómo no iba a estarlo…

…Pero decidí volver a Madrid, con dos cojones, y aguantar hasta el último día de grabación aunque fuera lo último que hiciese. Pensaba: ‘Yo esto lo acabo, y si me muero, que me dediquen en los créditos finales un in memoriam y ya está’.

Seguía confesando

-Rodar las escenas del fallecimiento de La Veneno fue durísimo. Cuando estaba en la cama del hospital, llena de tubos de atrezzo, no podía quitarme de la cabeza que yo también tenía una sentencia de muerte.

Pero el tránsito por aquella UCI de cartón piedra ya pasó, y hoy el maldito cáncer de Isabel «ha remitido totalmente» gracias a la inmunoterapia. No fue éste el único aprieto del rodaje, más allá del confinamiento salvaje de marzo que nos detuvo en seco, al mundo y a Los Javis, como un delirio de 90 días que aún colea.

Jedet

Jedet, otra de las protagonistas de la serie en cuestión, tuvo que sortear a algunos fantasmas al colarse en los sufrires de Cristina. A ella le tocó trabajar por duplicado, como se suele expresar.

En una interpretación a dos bandas que incluía a Joselito, el chaval atrapado en un cuerpo que no le era suyo, y a la Cristina primigenia que da un portazo a su pasado para conquistar Madrid.

Su transición

Quiso el almanaque de la vida que Jedet iniciara su propia transición de género durante el rodaje, mientras saltaba de Joselito a Cristina, y viceversa, en un esquizofrénico planning de grabación.

Todo esto significó un verdadero reto actoral, sí, pero un tormento para alguien que tuvo que caracterizarse de hombre decenas de veces mientras su cuerpo iba en sentido contrario.

Lo que fue para Jedet

Para Jedet fue, más o menos, así: «Tuve que viajar a aquella época en la que Cristina aún vivía su vida como Joselito, con un físico y una forma de mirar y de moverse muy distinta a la que adquiere cuando se va encontrando, cuando poco a poco programa su feminidad, su libertad sexual… y a la vez descubre la marginación y el rechazo.

Y a pesar de todo le pudo la necesidad de ser ella misma. Eso me ha dado mucha fuerza. Y no puedo evitar emocionarme». Expresaba la actriz sin poder ocultar su voz quebrada, y algunas lágrimas.

La tercera

La tercera actriz de este juego de matrioskas es Daniela Santiago. Del mismito Málaga, andaba metida a bailarina, modelo y maquilladora, según cuadrase, hasta que Los Javis se la trajeron a Madrid, que siempre fue fábrica de artistas.

En esta ocasión, esta fábrica de artistas tendría como objetivo el convertir a Daniela Santiago en una protagonista no sólo de as Veneno, sino también de esta increíble historia…

Nunca lo pensó

«Yo nunca había trabajado en esto, pero sabía que llegaría en algún momento de mi vida». Y llegó, pues los presagios están para cumplirse. «Ami manera, yo siempre he sido actriz», explica.

«El hecho de haber nacido con un cuerpo con el que no te identificas, la necesidad de pelear cada día por convertirte en la persona que quieres ser, el esfuerzo por demostrárselo a los demás desde muy pequeñita, te convierte en actriz».

Las venenos

De todas las Venenos, no podemos estar más que de acuerdo y expresar que Daniela interpretó a la más famosa. La más feroz. La que fardaba de encamarse con banqueros y ministros.

La Veneno que España aún recuerda como si estuviese viva, cuando cruzaba el Mississippi con Pepe Navarro, al que cada noche arremetía unos vaivenes de cuidado con sus pechos prodigiosos. Dinamita.

Las similitudes

“La pregunta ofende, eso no lo podríamos negar de ninguna manera, pero como no queremos quedarnos con la duda, ahí va. ¿Qué paralelismos hay entre tú y Cristina?” preguntaba el entrevistador.

Ella respondió: “Absolutamente ninguno. Lo fácil es suponer que todas las trans somos lo mismo.””Pero igual que hay 20.000 heteros diferentes, hay 20.000 transexuales diferentes en el mundo.

Muy particular

Ella continuó: “La Veneno tenía una manera de ser muy particular que, por supuesto, yo no juzgo, y era claro que su manera de ser llamaba en demasía la atención de todo aquel que la viera…

A Cristina la vida no se lo puso fácil, y su único empeño fue mendigar que la quisieran y sobrevivir. Yo tengo una familia que me ha ayudado en todo, he estudiado lo que he me ha dado la gana y soy feliz.”

La costumbre española

Bien conocida es la costumbre española de encumbrar a ciertos personajes, atiborrarlos de aplausos y de inciensos, hasta que nos hartamos y pasamos al siguiente. Y así, la serie de Los Javis va y viene de la fábula al abismo sin miramientos.

Sin sutilezas. A hostias, incluso podríamos decir. Y por exigencias del guion, Daniela tuvo que interpretar el paso de La Veneno por la cárcel de Aranjuez. Un lance no apto para corazones sensibles.

Era demasiado

«Las escenas de prisión en el módulo de hombres o las palizas que recibió tenían una carga emocional tan fuerte que me acostaba y me levantaba con el personaje de Cristina metido en el cuerpo», recuerda. «Y hubo días en los que ya no sabía ni quién era yo».

“¿Cómo prepara una actriz novata un personaje con semejantes hechuras?” le preguntaban. “Trabajando durante un año sin descanso, viendo decenas de vídeos de La Veneno y con un coach que nos enseñaba a colocar la voz como ella lo hacía.

“Cristina rasgaba tanto las cuerdas vocales que acabé teniendo un nódulo”

Para Isabel Torres, el desafío -con un cáncer a cuestas- también fue colosal, pues estaba ante uno de los mayores retos que encontraría en toda  su carrera dentro de los medios de entretenimiento.

«Tuve que engordar 25 kilos y el ego me jugó una mala pasada, porque a ninguna actriz, a ninguna mujer, nos gusta vernos así. Y aquello me produjo un rechazo fotísimo, porque sentía que esa no era yo», explica.

El desafío de ser Veneno.